Ceremonia de entrega de la VI edición del galardón de la Fundación BBVA

Ursula Heise defiende el poder de las narrativas para sensibilizar a la sociedad frente a la crisis ambiental global tras recibir el Premio Biophilia

Ursula Heise ha defendido el poder de las “historias bien contadas” para sensibilizar y movilizar a la sociedad frente a la crisis ambiental global, durante la ceremonia de entrega del VI Premio Biophilia. La catedrática de Estudios Literarios de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) ha sido distinguida con el galardón de la Fundación BBVA por “impulsar el desarrollo y aplicación del campo de las Humanidades Ambientales a escala global”, en palabras del jurado. Tras recibir este reconocimiento en una ceremonia celebrada en el Palacio del Marqués de Salamanca –sede madrileña de la Fundación BBVA–, Heise ha pronunciado una conferencia titulada Futuros medioambientales y retos de la biophilia, centrada en explicar cómo las narrativas difundidas a través de la literatura, el cine, la televisión y otros formatos pueden transformar las actitudes y el comportamiento de la sociedad hacia la naturaleza y todas las especies con las que compartimos el planeta.

28 marzo, 2025

Perfil

Ursula Heise

Vídeo de la conferencia

Futuros medioambientales y retos de la 'biophilia'

Texto de la conferencia

Futuros medioambientales y retos de la 'biophilia'

Catálogo

VI Premio Biophilia

VI Premio Biophilia de Humanidades y Ciencias Sociales Medioambientales

“Los científicos no hemos sido entrenados para comunicar nuestro trabajo de una manera que tenga amplia repercusión social y resuene en el imaginario de toda la población. Por eso es tan importante una labor como la que ha desempeñado la profesora Heise en el campo de las humanidades ambientales”, ha resaltado el profesor Rodolfo Dirzo –catedrático de Ciencias Ambientales de la Universidad de Stanford, XVI Premio Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación y miembro del jurado–  en la laudatio de la premiada que ha pronunciado al inicio de la ceremonia. “Para lograr una transformación verdaderamente importante en el pensamiento de la sociedad sobre el medio ambiente, que nos permita proteger lo que nos queda de este planeta, necesitamos una visión humanística que complemente el trabajo de la ciencia. La trayectoria sobresaliente de la galardonada con el Premio Biophilia constituye un matrimonio entre la ciencia, la cultura, las artes y la comunicación a un público amplio que resulta imprescindible si queremos conservar un planeta viable para las generaciones futuras”.

El Premio Biophilia de la Fundación BBVA, dotado con 100.000 euros, distingue la labor de profesionales y organizaciones en cualquier lugar del planeta que contribuyan a repensar la relación de los humanos con la naturaleza desde las disciplinas humanísticas y las ciencias sociales. El objetivo es reconocer narrativas e interpretaciones que, estando apoyadas o siendo compatibles con el conocimiento de las ciencias del medio ambiente, contribuyan al modelado de las perspectivas, marcos conceptuales y valores medioambientales del conjunto de la sociedad.

La degradación ambiental como “problema social, cultural y de valores”

A lo largo de su trayectoria académica, Ursula Heise (Koblenz, Alemania, 1960) se ha dedicado a explorar cómo las diferentes tradiciones de pensamiento sobre la naturaleza en distintas lenguas y culturas influyen sobre las maneras de interpretar los desafíos del medio ambiente. “Fenómenos como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la deforestación o la erosión del suelo”, explica, “se perciben de manera muy diferente cuando se tienen en cuenta los diferentes idiomas, las diferentes memorias históricas y los diversos marcos de comprensión de cada sociedad”. Desde esta óptica, la profesora Heise ha liderado el desarrollo y la aplicación de las humanidades ambientales durante las últimas dos décadas, un campo multidisciplinar que ella considera absolutamente imprescindible en un momento en el que el futuro de la vida en el planeta está en juego: “No podemos abordar la crisis ambiental si no la analizamos como un problema social, cultural y de valores”, asegura.

En su libro Sense of Place, Sense of Planet (“Sentido del lugar, sentido del planeta”, 2008), Heise propuso el concepto de “eco-cosmopolitismo” para defender una ética medioambiental que combinase el compromiso con la protección de la naturaleza a escala local con una conciencia de la interconexión de todas las especies y ecosistemas a escala global. Desarrollando el eslogan ‘Piensa globalmente, actúa localmente’, propuesto por el biólogo y humanista René Dubos a principios de los años 70, Heise argumentó que, en el mundo globalmente conectado del siglo XXI, la ética medioambiental necesariamente tiene que basarse en un zoom de lo local a lo global, y viceversa: “No basta con tener una conciencia y un compromiso a escala local porque eso sólo significa que tu basura puede llevarse a otro sitio o que tus industrias más contaminantes pueden estar ubicadas fuera del lugar idílico y hermoso donde vives, pero eso no ayudará al planeta en su conjunto. Por eso, una conciencia planetaria y un conocimiento de cómo las cosas están unidas y ecológicamente conectadas a escala global me parecen tan cruciales para una ética medioambiental como un compromiso con lo local”.

La galardonada también se ha distinguido por desvelar el papel que desempeña la cultura en la conservación de la biodiversidad, o – tal y como lo define ella misma – “las historias que se cuentan sobre algunas especies que están en peligro y no sobre otras”. En otro de sus libros más influyentes, Imagining Extinction The Cultural Meanings of Endangered Species (“Imaginando la extinción: los significados culturales de las especies amenazadas”, 2016), Heise puso el foco sobre “un patrón muy claro”: el hecho de que la mayoría de las especies que reciben atención no solo del público general y los medios de comunicación, sino de la propia comunidad científica, son animales vertebrados. “Los invertebrados”, señala, “reciben mucha menos atención, y sobre todo a las plantas se les hace muy poco caso”.

Además, el jurado del Premio Biophilia ha destacado su sobresaliente contribución a la creación de una amplia red internacional de investigadores en el campo de las Humanidades Ambientales que ha trascendido la esfera anglo-americana y europea, estableciendo múltiples conexiones en Asia y Latinoamérica. Gracias a su amplio dominio de idiomas –habla alemán, inglés, francés, español y japonés–, Heise ha impulsado múltiples publicaciones y traducciones de obras en esta área de investigación multidisciplinar, así como la celebración de congresos, cursos y seminarios, en países como Argentina, Australia, Japón, Corea del Sur y Vietnam.

Por todo ello, su trabajo ha demostrado – tal y como concluye el acta del fallo– “cómo las humanidades pueden y deben aunar fuerzas con las ciencias naturales, las ciencias sociales, la política, el derecho y las tecnologías digitales para aumentar nuestra capacidad de comprender y afrontar los grandes retos medioambientales de nuestro tiempo”.

Estrategias narrativas capaces de “catalizar” la defensa de la naturaleza

Tras recibir el Premio Biophilia, Heise ha iniciado su conferencia refiriéndose a la hipótesis propuesta por el biólogo Edward O. Wilson que inspiró el nombre del galardón otorgado por la Fundación BBVA; la idea de que la biophilia –es decir, el interés y el afecto por el mundo natural– es “una tendencia humana innata”. Este amor “instintivo” por la naturaleza, sin embargo, “no ha logrado impedir la degradación de los entornos naturales a gran escala, ya que nos enfrentamos a tasas alarmantes de calentamiento global, contaminación y pérdida de biodiversidad en el siglo XXI”, ha señalado Heise. Esta realidad demuestra claramente que el afecto que sienten las personas por la naturaleza no es suficiente para abordar la crisis ambiental y tiene que combinarse con “el análisis de las estructuras sociales, culturales y políticas necesarias para catalizar los cambios que aún podrían evitar al menos sus consecuencias más peligrosas tanto para humanos como para otras especies”. Por eso resultan tan fundamentales las aportaciones de las humanidades ambientales, desde cuya perspectiva la biophilia “se convierte en un objetivo por el que debemos trabajar colectivamente, en lugar de un hecho que podemos dar por sentado”.

A lo largo de los últimos 25 años, las investigaciones de Heise se han centrado en analizar desde esta óptica “cómo las crisis medioambientales se entienden y se narran de modos diferentes en distintas regiones e idiomas, aunque estas crisis parezcan similares o idénticas desde un punto de vista científico”. La catedrática galardonada ha enfatizado que las ideas sobre qué es la naturaleza, cómo se relaciona con los humanos, qué tiene de beneficioso o perjudicial y cómo debería desarrollarse en el futuro “varían mucho de una cultura a otra, y cambian a lo largo de la historia”, y por ello “conocer cuáles son esas narrativas y cómo configuran la opinión pública es crucial para la protección del medio ambiente”.

Para ejemplificar el poder de las narrativas ambientales, Heise ha resaltado el impacto social que tuvieron en España los documentales televisivos de Félix Rodríguez de la Fuente en los años 70 del siglo pasado, al filmar la vida de especies amenazadas como el lobo ibérico desde el punto de vista del animal, dando voz por ejemplo “a una madre dedicada, tierna y muy inteligente que pone en peligro su propia vida para proteger a sus crías alejando de su madriguera a un numeroso grupo de personas avanzando con rifles”. En la misma época, Heise ha recordado también la visión imaginativa de la novelista estadounidense Ursula K. Le Guin, que publicó relatos cortos retratando la perspectiva de roedores y árboles, para poner el foco sobre el maltrato de otras especies y fomentar así la empatía con otras formas de vida.

“Estos experimentos para introducir espectadores y lectores en mundos narrativos no humanos para estimular actitudes alternativas hacia plantas y animales se han utilizado desde entonces en tratamientos ficticios y no ficticios de la naturaleza en una amplia variedad de regiones, lenguas y culturas”, ha señalado la premiada. “Algunos de estos relatos más esperanzadores abren visiones ecológicas de lo que el novelista estadounidense Kim Stanley Robinson ha llamado optopía: no las sociedades perfectas imaginadas por los proyectos utópicos, sino sociedades mejoradas cuyas culturas, leyes e instituciones trabajan por una mayor justicia social en un proceso continuado, dinámico y contencioso”.

Otras narrativas sobre el mundo natural que también lograron, en palabras de Heise, “catalizar movimientos ecologistas modernos” fueron Primavera silenciosa, el libro de Rachel Carson sobre la contaminación ambiental en Estados Unidos, los documentales sobre la naturaleza de David Attenborough, que han tenido una amplia repercusión global, y Una verdad incómoda, la película que puso el foco sobre la amenaza del cambio climático de Davis Guggenheim y Al Gore en muchos países. Todas ellas, ha resaltado la premiada, demuestran “que las historias bien contadas tienen el poder de generar biophilia y promover la conservación del medio ambiente”.

Precisamente por ello es tan importante el papel de las humanidades ambientales frente al doble desafío del cambio climático y la crisis de biodiversidad, tal y como ha reivindicado Heise al final de su conferencia: “En el fracturado panorama mediático del siglo XXI, en el que las múltiples narrativas de los medios sociales desempeñan un papel central, se necesita un gran número de narradores y una amplia diversidad de estrategias para continuar esta labor para una variedad de públicos y lenguajes. Humanistas ambientales en una gran variedad de países tratan de desarrollar modelos narrativos y formar a la próxima generación de narradores para contar historias más que humanas y crear visiones de futuros biophílicos”.

Sobre la Fundación BBVA y el Premio Biophilia

Desde hace dos décadas, la protección de nuestro planeta ha sido un área de actuación prioritaria para la Fundación BBVA, a través del apoyo a la investigación científica, a proyectos de conservación de especies, hábitats y ecosistemas, el fomento de la cultura medioambiental del público y el reconocimiento de los profesionales de la comunicación que contribuyen de manera decisiva a la comprensión y el compromiso individual y colectivo de los desafíos ecológicos de nuestro tiempo.

En 2004 nacieron los Premios Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad, que reconocen actuaciones en defensa de la naturaleza en España y a escala mundial, así como la comunicación y sensibilización medioambiental.

Los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, creados en 2008, reconocen la excelencia científica en una categoría dedicada al Cambio Climático y las Ciencias del Medio Ambiente, en pie de igualdad con los demás campos de investigación y creación cultural representados por estos galardones internacionales: las ciencias básicas, la biomedicina, las tecnologías de la información, la economía, las humanidades, las ciencias sociales y la música.

En 2019 la Fundación BBVA creó el Premio Biophilia con el objetivo de reconocer la labor de profesionales y organizaciones de cualquier lugar del planeta que contribuyan de manera excepcional a mejorar la comprensión y sensibilización pública de los desafíos ecológicos.

El nombre del premio alude a la hipótesis de la biophilia propuesta por el naturalista Edward O. Wilson, Premio Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación 2010, que quiere denotar la profunda conexión que los humanos sienten de manera instintiva con la naturaleza y todas las formas de vida.

La VI convocatoria del Premio Biophilia ha ampliado el perímetro conceptual del galardón, al incluir de manera expresa y preferente aportaciones que contribuyan a repensar la relación de los humanos con la naturaleza desde las humanidades y las ciencias sociales.

Jurado

El jurado de esta edición ha estado presidido por Silvia Churruca, directora de Comunicación y Relaciones Institucionales de la Fundación BBVA, y ha contado como vocales con Pilar Andrade Boué, profesora titular de Lenguas Románicas (Sección de Francés) en la Universidad Complutense de Madrid; Rodolfo Dirzo, titular de la Cátedra Bing de Ciencias Ambientales de la Universidad de Stanford (EEUU) y XVI Premio Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación; Pablo Jáuregui, director de Comunicación Científica y Medioambiental de la Fundación BBVA; Richard Kerridge, coordinador de Estudios de Posgrado y Gestión de la Investigación en la Escuela de Escritura, Edición y Humanidades de la Universidad de Bath Spa (Reino Unido); María Isabel Pérez Ramos, investigadora Ramón y Cajal en Filología Inglesa, Francesa y Alemana en la Universidad de Oviedo.