XVIII Premios a la Conservación de la Biodiversidad
La Fundación BBVA premia la protección de reptiles y anfibios en España, a la Sociedad Zoológica de Londres y al periodista de ‘La Verdad’ de Murcia Miguel Ángel Ruiz Parra
El seguimiento continuado de las poblaciones de dos grupos de especies con problemas serios de conservación como son los reptiles y los anfibios en toda España; la identificación de especies en peligro crítico y formación de líderes para actuar en su conservación en Latinoamérica, África y Asia; y el periodismo medioambiental desarrollado con rigor por Miguel Ángel Ruiz Parra desde un medio local –La Verdad, de Murcia– y que ha alertado de la amenaza a un entorno emblemático como el Mar Menor han sido galardonados con los XVIII Premios Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad.
21 septiembre, 2023
El premio en la categoría de Actuaciones en Conservación de la Biodiversidad en España se ha otorgado a la Asociación Herpetológica Española, “por su riguroso y continuado seguimiento científico de las poblaciones de reptiles y anfibios, dos grupos con serios problemas de conservación derivados de la destrucción del hábitat, la contaminación y el cambio climático”, según el acta del jurado. También destaca “su capacidad de implicar a la sociedad a través de sus programas de voluntariado y el conocimiento conseguido a través de la ciencia ciudadana”.
El programa EDGE of Existence, de la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL), ha obtenido el Premio Mundial a la Conservación de la Biodiversidad “por identificar y emprender acciones concretas de conservación, dentro de un marco científico, sobre aquellas especies evolutivamente más singulares y que soportan mayor riesgo de extinción”. Sus actuaciones abarcan 157 especies en 47 países de Latinoamérica, África y Asia. El jurado ha resaltado también que “su implicación en la formación de jóvenes investigadores locales ha brindado la oportunidad de generar una red estable de conservacionistas por todo el planeta”.
El premio a la Difusión del Conocimiento y Sensibilización en Conservación de la Biodiversidad en España se ha concedido al periodista Miguel Ángel Ruiz Parra, periodista especializado en medio ambiente del diario La Verdad, de Murcia, “por su trabajo durante más de tres décadas informando y sensibilizando sobre la riqueza natural del sureste peninsular y sobre sus principales amenazas, como las que afectan al Mar Menor. El jurado ha querido reconocer el papel que juega el periodismo ambiental desarrollado a escala local para contribuir a formar una opinión pública informada y atenta al entorno natural, un componente esencial de la defensa del medio ambiente”.
Un mosaico de ‘guardianes de la biodiversidad’
La conservación de la biodiversidad es, junto al cambio climático, el gran reto medioambiental de nuestro tiempo. La comunidad científica viene verificando y advirtiendo de que el ritmo de extinción de especies se está acelerando, hasta el grado de ser mil veces más rápido que el que ocurría de forma natural. Esta realidad, documentada por la ciencia, ha encontrado eco en los medios de comunicación y gracias a ellos y a la divulgación científica ha llegado a la sociedad, cada vez más sensibilizada ante los desafíos medioambientales.
La cultura medioambiental ha arraigado de forma muy destacada en España, donde la inmensa mayoría de los ciudadanos considera que la diversidad de especies es fundamental para la riqueza del país y el bienestar de los seres humanos, y se manifiesta preocupada por la degradación del medio ambiente. La visión mayoritaria es que la situación es grave, percibiendo un desajuste entre el reto a resolver y las medidas adoptadas para atajarlo.
Aun siendo fundamental, no es suficiente desarrollar investigación científica de frontera sobre el medio natural esencial. Se precisa también que la evidencia científica y la sensibilización social se traduzcan en políticas públicas, decisiones de los principales agentes privados y actuaciones concretas de organizaciones conservacionistas y de defensa del medio ambiente como las que reconocen cada año, desde hace dos décadas, los Premios Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad. La envolvente de la opinión pública –los conocimientos y valores de la población– resulta fundamental para afrontar de manera continuada y decidida los numerosos retos de conservación de la vida y del entorno.
A lo largo de 18 ediciones, esta familia de galardones ha reconocido a un amplio abanico de entidades que desde distintos enfoques y ámbitos han logrado impulsar actuaciones eficaces en la defensa de la naturaleza. Entre los galardonados se encuentran grandes organizaciones ecologistas y naturalistas, como WWF y SEO/Birdlife; asociaciones de ámbito local enfocadas en una especie o género, como la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos, la Fundación Oso Pardo y el Programa Ballena Franca Austral en Argentina; actuaciones sobre ecosistemas específicos, como el trabajo de Fundación Naturaleza y Hombre, en el Oeste Ibérico, o la Fundación Global Nature, en la preservación de humedales; y entidades públicas cuya labor es esencial en la defensa de la naturaleza, como el SEPRONA o la Fiscalía de Medio Ambiente. Al mismo tiempo han reconocido el papel fundamental que tienen los comunicadores ambientales a la hora de colocar la conservación en el primer plano de la actualidad, premiando tanto a periodistas especializados en medios, como a divulgadores que difunden el conocimiento sobre la naturaleza a través de múltiples canales y formatos, desde la ilustración y la fotografía hasta la grabación de audio y el documental cinematográfico.
En conjunto, los galardonados con los premios de la Fundación BBVA constituyen un mosaico que refleja cómo la crisis global de biodiversidad es una problemática compleja con múltiples facetas, que exige una gran variedad de aproximaciones y estrategias a diferentes escalas y un compromiso sostenido en el tiempo para lograr avances significativos en la conservación de la naturaleza.
Tanto la categoría de Actuaciones en España como la Mundial están dotadas con 250.000 euros, y la de difusión y sensibilización con 80.000 euros, situándose entre los galardones de mayor cuantía a escala internacional. El jurado de los premios (ver composición al final) está integrado por investigadores científicos en el campo de las ciencias medioambientales, comunicadores y representantes de organizaciones conservacionistas, que representan ángulos complementarios en la conservación de la naturaleza.
Actuaciones en España: Asociación Herpetológica Española
Una red de centinelas para velar por la conservación de reptiles y anfibios
La Asociación Herpetológica Española (AHE) nació en 1984, coincidiendo con el estallido de interés general que se había iniciado en España en la década de los años 70 hacia la naturaleza y sus recursos, y cuando también comenzó a aparecer cierta consideración hacia las tareas de conservación. A la asamblea fundacional acudieron 32 herpetólogos, que pensaron que los anfibios y los reptiles se merecían un tratamiento profesional y riguroso, como se hacía en otros campos de la zoología. Hoy ya son más de 500 los socios que la conforman.
La asociación promueve y coordina el estudio de la herpetofauna –anfibios y reptiles–, así como su conservación y la de su entorno. Eva Graciá, presidenta de la Asociación, señala que “los anfibios son el grupo de vertebrados más amenazado del planeta”. Por ello, desde hace más de una década, la AHE desarrolla una serie de contribuciones preventivas con proyectos destinados a obtener información rigurosa para la detección temprana de los problemas de conservación de esta fauna.
“Son especies muy sensibles a la degradación, la pérdida de hábitat, la contaminación, el cambio climático o las especies invasoras. En el caso de los reptiles, hay que añadir también la amenaza del tráfico de especies, como ocurre especialmente con las tortugas”, explica. Si a nivel internacional la situación es preocupante, en España no es para menos. “Es llamativo que hasta una especie común como lo es la rana verde está en declive”, añade Graciá. “Son especies que nos están alertando, actuando como indicadoras de una degradación ambiental importante”.
Los socios ejercen como centinelas, que al realizar el seguimiento continuado de las poblaciones de reptiles y anfibios aportan información que sirve para detectar tendencias y alertar de situaciones de amenaza. “Ahora mismo es una herramienta muy interesante que, si está bien organizada y bien diseñada, permite recoger información de calidad”, explica Graciá. “Y a la vez que esto sucede, esa misma ciudadanía se va sensibilizando sobre la problemática ambiental. A la vez que participan, revierten en ocasiones las causas del declive y producen información. No obstante, debe plantearse rigurosamente, porque si no generamos datos masivos que no sirven de mucho”.
El presidente del jurado, Rafael Zardoya, director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, ha explicado la contribución de la asociación: “A veces al pensar en actuaciones de conservación de la biodiversidad las limitamos a aquellas encaminadas a proteger a una especie o hábitat cuando ya está en peligro crítico, pero lo que aporta la Asociación Herpetológica Española es un enfoque de actuación preventivo. El seguimiento continuado de las poblaciones es crucial para la conservación, porque permite detectar el riesgo, antes de llegar al colapso, y tomar medidas. Los voluntarios de la asociación actúan como centinelas y alertan de situaciones de vulnerabilidad”.
En 2015 iniciaron un proyecto dentro del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, que cinco años después se amplió a toda España y sigue en vigor, centrado en la lucha contra las enfermedades emergentes de los anfibios. Titulado SOS Anfibios, en él puede contribuir cualquier persona recogiendo muestras de animales infectados en el campo o en el comercio de mascotas. “Nosotros facilitamos el material de muestreo, nos envían la muestra y lo analizamos en laboratorio mediante una PCR cuantitativa, muy similar a la prueba para detectar el COVID”, explica. En concreto vigila tres patógenos: los hongos Batrachochytrium dendrobatidis (Bd) y Batrachochytrium salamandrivorans (Bsal), y el Ranavirus. “Actualmente tenemos colaboradores en casi toda España y hemos recibido más de 6500 muestras, y la propia AHE ha añadido otras 1400 –puntualiza– y aproximadamente el 25% de las muestras que se reciben tiene alguno de los tres patógenos”. Este trabajo culmina en la creación de una web, sosanfibios.org, donde se comparte la información. Gracias a los datos obtenidos en este proyecto, se ha podido incluir al patógeno Bsal en la lista de especies invasoras.
Complementan a este proyecto otros dos programas. En primer lugar, el Seguimiento de Anfibios y Reptiles de España (SARE) se inició en 2008 con el impulso del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y diseñado para que cualquier aficionado a la herpetología pueda aportar datos de abundancia de especies de anfibios y reptiles en una zona concreta a lo largo del tiempo, sin interferir de forma significativa en su comportamiento y dinámicas habituales. Hasta ahora, se han obtenido datos de 25 especies.
En segundo lugar, el programa Seguimiento de Información de Anfibios y Reptiles de España (SIARE) está formado por una base de datos de anfibios y reptiles que ya cuenta con más de 50.000 registros, todos validados por expertos; y el AHEnuario, una base de datos paralela de libre acceso que permite a todos los usuarios recoger y gestionar las observaciones particulares de anfibios y reptiles de España, con casi 36.000 registros.
Toda esta información ha permitido detectar cambios en las distribuciones y patrones de actividad de las especies, y valorar su relación con factores ambientales para ayudar a priorizar y diseñar acciones de conservación. “Por ejemplo, –detalla la presidenta– se elevó con éxito una propuesta al Ministerio de Transición Ecológica para incluir al galápago europeo (Emys orbicularis) en el catálogo de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en la categoría ‘Vulnerable’”.
La asociación está haciendo mejoras a nivel tecnológico: “Queremos crear una aplicación para registrar los datos desde el móvil y facilitar mucho la colecta de datos. Estamos invirtiendo muchos esfuerzos para ser más eficientes”, concluye.
Premio Mundial: Programa EDGE of Existence. Sociedad Zoológica de Londres
Identificación de especies en peligro crítico con actuaciones en tres continentes
“Los recursos de conservación normalmente van hacia un pequeño grupo de especies emblemáticas: tigres, elefantes… pero hay tantas otras especies a las que no se les presta ninguna atención y que representan enormes e importantísimas partes de la biodiversidad”, destaca Andrew Terry, Director de Conservación y Políticas en la Sociedad Zoológica de Londres. Al llegar a esta conclusión, su organización decidió crear el programa EDGE of Existence (“Al borde de la existencia”, jugando además con las siglas de “Evolutivamente singulares y globalmente amenazadas”, EDGE en inglés) para identificar qué especies estaban más necesitadas de acciones de conservación y llevar a cabo acciones para protegerlas.
Precisamente por desconocidas, algunas de estas especies pronto se convirtieron en embajadoras de su propia condición. “Son maravillosas, son extrañas”, afirma Terry, recordando una imagen de la tortuga “punky” del río Mary con una cresta de algas en la cabeza que dio la vuelta al mundo. La tortuga es una de estas especies singulares, a las que llaman especies EDGE, que protagonizó numerosos reportajes de prensa para llamar la atención sobre su débil estado de conservación. “Todas estas historias extravagantes cautivan la imaginación de la gente”, reconoce Terry, y son claves para atraer financiación y poder llevar a cabo acciones de conservación.
Descubrieron que existían ramas enteras del árbol de la vida de las que se sabía muy poco y que estaban en peligro crítico. Su desaparición conllevaría la extinción de toda una línea evolutiva, es más, acabaría con una valiosa fuente de conocimiento científico: “Si esas especies se van, millones de años de historia evolutiva independiente se marchan con ellas, además de todo el conocimiento que esconden sus genomas”, apunta Terry.
Su equipo pronto se dio cuenta de que, para promover la conservación de estas especies que identifican con las siglas EDGE, la clave estaba en apoyar a personas de los países de donde proceden. Por eso crearon un programa de becas que financian a personas de Latinoamérica, África y Asia durante dos años para diseñar e implementar un proyecto de conservación enfocado en una de las especies identificadas como EDGE. Muy enfocado hacia la formación y el seguimiento continuado, el programa ha financiado a 137 personas de 47 países en los últimos 15 años.
“Hay tantos conservacionistas apasionados y profundamente cualificados a quienes las oportunidades simplemente no les llegan y no pueden acceder a los mecanismos de financiación internacional…”, explica Terry. Por eso, el programa de becas pretende que las personas beneficiarias den el primer paso en esa ruta hacia involucrar a donantes a escala global, conectar con redes de apoyo de alcance mundial o crear ONGs. “Luego hacen cosas increíbles, ganan premios, realizan grandes descubrimientos científicos… Se convierten en líderes en su propio espacio y todo es porque les ayudamos a encontrar las herramientas para que despeguen en sus carreras profesionales”, argumenta Terry.
La trayectoria de las personas beneficiarias después de terminar la beca constata el éxito del programa a largo plazo: el 100% de ellas sigue trabajando en conservación, y el 80% ha continuado apoyando a la especie con la que se presentó a la beca. “Empoderando a los líderes locales es como creas un camino sostenible hacia la conservación”, resume Terry.
El caso de Caleb Ofori-Boateng es un ejemplo paradigmático de este éxito. En 2012 obtuvo una beca EDGE con la que consiguió proteger 100 hectáreas del hábitat de la rana resbaladiza de Togo (una especie EDGE) y además descubrió una nueva especie de anfibio en peligro de extinción. Desde ese año es Director Regional de Proyectos EDGE of Existence para África, donde lidera a las nuevas generaciones del programa de becas que marcó su propia carrera profesional.
Con todo, la conservación de una especie nunca le concierne a ella sola, sino que cada una está integrada en un hábitat de cuyo equilibrio depende la supervivencia de todo el conjunto. “Vemos la especie como la punta del iceberg”, compara Terry, “y normalmente si están amenazadas es porque ha habido presiones sobre los hábitats. Así que hay que ocuparse de esas presiones”. Las comunidades de personas que viven en esas áreas también son claves a la hora de proteger a las especies amenazadas, poblaciones locales que, en ocasiones, acumulan conocimientos valiosos que es importante no perder junto con las especies.
Por ello, el programa EDGE of Existence se ha asociado recientemente con el Real Jardín Botánico de Kew para generar una lista equivalente a la de las especies EDGE pero para plantas en lugar de animales. “Son la base del ecosistema, son absolutamente vitales”, incide Terry, que aventura que el proyecto podría ampliarse a otros grupos taxonómicos más adelante.
Pero el objetivo quizá más inmediato para el programa es promover su crecimiento. “Hemos formado a 137 becarios, que es un logro enorme del que estamos muy orgullosos. Pero, por otro lado, son solo 137 personas y estamos en una crisis de extinción global”, plantea Terry. “Quiero doblar ese número, cuadruplicarlo, lo quiero ver crecer y evolucionar”.
Para potenciar todavía más el alcance del programa, ya han empezado a colaborar con otras organizaciones a nivel internacional. Por ejemplo, su reciente alianza con el Rainforest Trust estadounidense ha logrado financiar la conservación de áreas en las que se encuentran especies EDGE. Terry espera que esta asociación sea solo el principio de una larga trayectoria de colaboraciones: “Queremos trabajar con una red de organizaciones afines que puedan amplificar la ambición que tenemos en torno a nuestra visión de un sector de la vida al que apenas se le hace caso”.
Difusión y Sensibilización: Miguel Ángel Ruiz Parra
Información local sobre una crisis global
Miguel Ángel Ruiz Parra (Águilas, Murcia, 1969) es desde 1992 responsable de información medioambiental en La Verdad, diario regional de Murcia perteneciente al Grupo Vocento. El jurado le premia por esa carrera de más de tres décadas y reconoce especialmente “el importante papel que juega el periodismo ambiental desarrollado a nivel local para contribuir a formar una opinión pública crítica y bien informada con el objeto de avanzar en la defensa del medio ambiente”.
“Cuando empecé, hacer información ambiental era muy difícil” –asegura el galardonado en una entrevista realizada poco después de conocer la concesión del premio–. “Lo relevante entonces eran los sucesos, la política, por supuesto, y los deportes. Pero yo siempre tuve claro, por mi afición y devoción personales hacia la naturaleza, que en ese ámbito había historias interesantes que nuestros lectores debían conocer. Empecé haciendo informaciones ‘amables’ sobre especies y espacios y eso me sirvió de ‘caballo de Troya’ para poder empezar a trabajar la información ambiental de una manera más transversal y sistemática, y enseguida quedó claro que se trataba de cuestiones fundamentales para la región: la gestión del agua, la gestión del territorio, la calidad del aire, cómo se vive en nuestras ciudades…”.
Con todos esos elementos trabaja desde los primeros años noventa cuando, como él mismo resalta, “ni en los grandes medios nacionales había información ambiental de manera regular. Ahora eso ha cambiado por completo, hay un apoyo total de la actual dirección del periódico y hemos conseguido consolidar este tipo de información y situarlo como un contenido central, que en muchas ocasiones es el tema principal de la portada del periódico. Desde hace trece años tenemos una dirección que propone, estimula y apoya esta estrategia y eso ha engarzado muy bien con nuestros lectores, que desde el principio han mostrado una alta sensibilización hacia estas cuestiones, no sólo en noticias ‘amables’, sino también en los asuntos ‘duros’ como el cambio climático o la contaminación”.
Precisamente alrededor de la contaminación y la degradación de un ecosistema, el del Mar Menor, gira una gran cantidad de la información ambiental que publica La Verdad: “Desde hace siete años, cuando se desató la crisis de eutrofización –la conocida como sopa verde– la albufera es noticia prácticamente cada día. Y nunca es una noticia positiva”. Hasta allí acuden periodistas de toda España y de muchas partes del mundo a contar la situación en que se encuentra el Mar Menor: la diferencia entre cómo lo cuentan ellos y cómo lo cuenta Ruiz Parra es, según él mismo destaca, el factor determinante de la información local, “el contacto directo con la problemática sobre la que informas. Nosotros dejamos claro que se trata de una crisis motivada básicamente por actividades económicas: contaminación por fertilizantes químicos de la agricultura y la ganadería, un crecimiento urbanístico descontrolado desde los años setenta, vertidos de la sierra minera que duraron hasta los años cincuenta del siglo pasado, la navegación a motor o los vertidos urbanos. Contamos los problemas y señalamos a los responsables, desde un periódico regional que se tiene que relacionar con todos los principales agentes de la región… eso supone muchas presiones. Además –incide para destacar otro de los rasgos de la información ambiental de ámbito local– cuando yo cuento el Mar Menor lo cuento con unas claves personales, sociales y culturales que comparto con esta comunidad local, es algo que hace que tu audiencia se implique contigo, que tengas una gran complicidad con ellos… y al mismo tiempo es una gran responsabilidad”.
La importancia que la información local puede llegar a tener, destaca el galardonado, es tan grande que en ocasiones influye sobre la legislación: “Desde el periódico hemos hecho una gran presión informativa y eso, junto a una gran movilización social, con manifestaciones de más de cincuenta mil asistentes, ha empujado, sin duda, a la creación de la Ley de Conservación y Protección del Mar Menor. O, en el ámbito judicial, causas que se están instruyendo actualmente, como la de la contaminación por nitratos del Mar Menor procedente de las desalobradoras ilegales, –el conocido como caso Topillo– donde tanto la Fiscalía como las acusaciones particulares han tomado nuestra labor, la información que hemos publicado periódica y puntualmente, como base documental, ya que nosotros hemos publicado muchas de las pruebas de esas agresiones que se han estado sucediendo contra el Mar Menor. Desde hace muchos años, mucho antes de 2016”.
Para el premiado, una de las principales diferencias con el periodismo que se hacía hace décadas es que ahora el conocimiento científico circula con rapidez y con grandes posibilidades de acceso: “Esto es especialmente relevante en el periodismo ambiental. En Murcia tenemos la suerte de tener centros de investigación referentes en España y por suerte cuento con su colaboración de manera habitual, confían en mí para que divulgue los resultados de sus investigaciones y consigo hacer noticia de esos avances. Sin duda es fundamental tener acceso a la producción científica, que en el caso de la Región de Murcia está muy centrada en las crisis ambientales que nos están afectando”.
Otra dimensión que considera fundamental en el periodismo ambiental es la de la llamada a la acción. “Ya no quedan dudas –afirma– de que el desafío climático es el reto más importante de la humanidad, y los periodistas ambientales tenemos la responsabilidad de hacer ver a la sociedad que ante eso es necesario actuar. Sin caer en el catastrofismo, pero hemos de ser conscientes de que estamos relatando en tiempo real el mayor desafío de la humanidad”.
Ruiz Parra ha desarrollado información medioambiental casi en cualquier formato: en 2011 creó el canal sobre medioambiente ‘Los pies en la tierra’, un espacio en la web de su periódico en el que realiza análisis y escribe artículos de opinión; desde hace un año elabora ‘Campo a través’, la newsletter semanal sobre actualidad medioambiental para los suscriptores de laverdad.es; ha dirigido y presentado durante cinco años un programa de temática medioambiental en la televisión autonómica Canal 6; ha participado como experto en información medioambiental en diversos programas de radio de ámbito local, en la desaparecida Punto Radio y en Radio 5 de RNE, y es colaborador, desde el año 2018, en la revista especializada Ballena Blanca. Además, siempre junto a esa labor centrada en la información ambiental, ha desempeñado en La Verdad los cargos de jefe de las secciones de Cultura, Sociedad y Local y, actualmente, el de jefe de Fin de semana.
Jurado
El jurado de esta edición ha estado presidido por Rafael Zardoya, director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC, y ha contado como vocales con: Clemente Álvarez, coordinador de la sección de Clima y Medio Ambiente de El País; Andrés Cózar, catedrático de Ecología de la Universidad de Cádiz; José María Gómez Reyes, profesor de investigación de la Estación Experimental de Zonas Áridas, CSIC; Isabel Miranda, redactora de Medio Ambiente en la sección de Sociedad de ABC; Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España; Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo; y Laura Poderoso, subdirectora de la Fundación BBVA, que ha actuado como secretaria técnica.
Nota sobre conflicto de intereses
Para salvaguardar la objetividad del proceso de evaluación, en los casos en que se daba un conflicto de intereses, se ha aplicado el protocolo previsto que obliga a no participar ni en la deliberación ni en la votación de las solicitudes afectadas.