CONTRIBUCIÓN
El Premio Biophilia, dotado con 100.000 euros, fue creado en 2019 por la Fundación BBVA para reconocer la labor de profesionales y organizaciones de cualquier lugar del planeta que contribuyen de manera excepcional a mejorar la comprensión y sensibilización pública de los retos ambientales. En su segunda edición, el jurado ha reconocido la firme apuesta de The Guardian en este campo informativo, basado en un “enfoque holístico, que va más allá de enfoques previos basados en la segmentación de problemas, para considerar los vínculos entre el medio ambiente, la biodiversidad, la energía, la economía, la salud y el bienestar humano de manera integral”.
“Este nuevo enfoque”, según resalta el acta, “ha marcado nuevas pautas en el uso del lenguaje y la imagen que impulsan la comunicación medioambiental”, y ha sido posible “gracias al compromiso institucional de The Guardian”.
“Estamos emocionados con la concesión de este prestigioso premio”, ha declarado la directora de The Guardian, Katharine Viner, tras conocer el fallo del galardón. “La crisis climática global es la emergencia de nuestro tiempo y estamos comprometidos con informar y educar a nuestros lectores sobre el impacto del calentamiento global. Nuestro equipo de periodistas ambientales en todo el mundo aporta a nuestros lectores su conocimiento especializado y preocupación genuina a los temas que abordan, resaltando y explicando cuestiones científicas y sociales de vital importancia de forma accesible y exhaustiva. Estamos enormemente agradecidos a la Fundación BBVA por este reconocimiento”.
La candidatura del periódico británico fue apoyada por Georgina Mace, la eminente ecóloga británica recientemente fallecida, que fue galardonada en 2019 con el Premio Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación. “Al elevar el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación ambiental a un nivel de visibilidad que lleva estos temas a los principales titulares de sus portadas, creo que es justo decir que The Guardian ha provocado un cambio profundo en la concienciación social sobre la importancia de estas cuestiones”, escribió la profesora Mace en su carta de apoyo a la nominación.
“No creo que sea una exageración”, añadía Mace, “decir que el reciente incremento en la atención dedicada a estos temas por gobiernos y empresas ha sido provocado por una movilización masiva de la sociedad civil que, al menos en parte, fue impulsada por la cobertura medioambiental de The Guardian. Es indudable que su trabajo periodístico proporciona materiales actualizados y muy bien investigados que subyacen a muchos de los debates actuales e impulsan cambios en políticas y comportamientos”.
Un periódico a la altura de los mayores retos de la humanidad
“Si el cambio climático y la destrucción de biodiversidad son los mayores desafíos a los que se enfrenta hoy la humanidad, tenemos que estar a la altura”. Ese fue el razonamiento que impulsó a The Guardian a redoblar su apuesta por la información ambiental en 2008, según explicó el propio medio en su candidatura al Premio Biophilia. Ese año, el diario británico decidió incorporar a un redactor jefe especializado en este campo del periodismo, Damian Carrington, y aumentó de dos a cinco el número de reporteros en este campo.
Desde entonces, el compromiso de The Guardian con el medio ambiente no ha hecho más que crecer. Hoy el periódico cuenta con 12 periodistas dedicados en exclusiva a cubrir la información ambiental. Además, este contenido no se limite a un área especializada, sino que permea todas las secciones del periódico, desde la convicción de que los retos del medio ambiente tienen enormes implicaciones políticas, económicas, sociales y culturales.
Como señaló en la presentación de su candidatura, The Guardian “tomó la firme decisión de no confinar su información de medio ambiente en una sección aislada e inconexa, sino que se aseguró de que el medio ambiente tendría una presencia relevante en toda su agenda informativa, incluyendo las áreas de política, economía y cultura”. Desde este punto de vista, según afirma Damian Carrington, todos los periodistas de The Guardian “son, en cierto sentido, periodistas ambientales”.
Esta decisión se ha visto reflejada también en el protagonismo y la relevancia que el diario británico concede a la información ambiental, llevándola con frecuencia a los principales titulares de su portada, tanto en la edición impresa como en la digital. La crisis climática, la pérdida de biodiversidad y otros desafíos ecológicos reciben atención con la misma urgencia y prioridad que tradicionalmente se reserva a los ámbitos que suelen marcar la agenda, como la política o la economía.
Una audiencia global en más de 90 países
En el último año, The Guardian ha publicado casi 3.000 artículos, como media uno cada tres horas, sobre el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, las olas de calor, los incendios, el deshielo en los polos, las inundaciones y sequías, la contaminación, y otros desafíos medioambientales. El abordaje de estas cuestiones es global, incluyendo a menudo información de corresponsales y enviados especiales a todo el planeta, incluyendo regiones remotas como la Antártida, la Amazonia o países en conflicto. No en vano, la audiencia de The Guardian también es mundial: aunque su sede principal está en Londres, casi 100 millones de lectores de más de 90 países en todo el mundo siguen su información.
The Guardian también ha reforzado su compromiso con el periodismo ambiental adoptando incluso nuevas normas de estilo en su redacción. Así, el término “cambio climático” pasó a ser “emergencia climática” o “crisis climática”, que el medio considera más adecuados a la realidad, y los “escépticos” se convirtieron en “negacionistas”, porque las connotaciones positivas asociadas al escepticismo no encajan bien con quienes, a la luz de sólidas evidencias, siguen negando los hechos. Estas recomendaciones han tenido amplio eco en redes sociales y en medios de comunicación no solo británicos, una medida más del impacto global de The Guardian.
Predicar con el ejemplo
Los últimos doce meses han sido especialmente importantes para la apuesta del diario por el medio ambiente porque The Guardian hizo público un compromiso: no solo dedicaría toda su potencia periodística a informar sobre cuestiones medioambientales con la relevancia merecida, sino que predicaría con el ejemplo, reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero hasta alcanzar las cero emisiones netas en 2030. Para lograr este objetivo, el medio está ya sometiendo toda su cadena de producción a una auditoría experta, afectando incluso a los desplazamientos de sus reporteros, que evitan el avión siempre que es posible. Además, entre otras medidas en 2020 el medio ha tomado la decisión de dejar de aceptar publicidad de compañías de combustibles fósiles.
El diario británico también declaró recientemente en un editorial que “como organización independiente, nuestra cobertura de la crisis climática nunca se vería influenciada por intereses comerciales o políticos (…) Combatiremos la desinformación y el sensacionalismo con periodismo basado siempre en la evidencia científica”. Tal y como ha señalado el jurado del Premio Biophilia, el compromiso institucional de The Guardian con el medio ambiente le ha llevado a explorar “nuevos modelos organizativos para alinear sus valores centrales con sus operaciones, reflejados en los esfuerzos conjuntos de la institución y los periodistas individuales que contribuyen al contenido del periódico”.
La principal amenaza para nuestro planeta
En los últimos meses, pase a que en todo el planeta el foco informativo se ha centrado en la crisis sanitaria de la COVID-19, la apuesta de The Guardian por el medio ambiente no ha decaído. “Entre todo el miedo y la tristeza de 2020, el cambio climático sigue siendo la principal amenaza a largo plazo para nuestro planeta y para la seguridad y la salud de todos nosotros”, ha escrito Katharine Viner en un reciente artículo.
Además, en numerosos reportajes publicados desde el inicio de la pandemia, los periodistas de The Guardian han resaltado la relación entre COVID-19 y la destrucción de la naturaleza, que ha abierto las puertas a los saltos de virus de especies animales a la población humana. “El riesgo al que nos enfrentamos no es otro que el declive del mundo civilizado, quizás en el tiempo de vida de los escolares de hoy”, escribe Viner. Sin embargo la directora de The Guardian considera que “podemos ver frente a nosotros un camino que esquiva las peores consecuencias. La respuesta global a la COVID-19 ha demostrado que puede haber una acción colectiva global si la amenaza es lo bastante grande, y que los humanos somos capaces de cambiar nuestro estilo de vida con rapidez si el momento lo exige. La amenaza que representa la crisis climática es, en efecto, lo bastante grande”.