CONTRIBUCIÓN
“La crisis de la biodiversidad vegetal es muy severa. Dos de cada cinco plantas están amenazadas por la extinción, y toda nuestra vida depende de las plantas. El problema no puede ser más grave”. Así explica la ecóloga Elinora Breman, responsable científica del Millennium Seed Bank Project, la situación de alerta que motivó en el año 2000 la creación de este banco global de semillas en el Real Jardín Botánico Kew Gardens (Wakehurst, Reino Unido). “El proyecto”, explica Breman, “nació hace 20 años, pero se diseñó sobre la base de tres décadas previas de investigación sobre la fisiología y la biología de semillas en los laboratorios de Kew”, donde trabajan más de 300 científicos.
Hoy, el Millennium Seed Bank (MSB) alberga 2.500 millones de semillas procedentes de 190 países, incluyendo España. A través de una red internacional de instituciones colaboradoras, el proyecto ya ha servido para proteger más de 46.000 especies, el 16% de las plantas con semillas del mundo. Para Breman, la clave de este éxito ha sido la cooperación internacional. “Nada de esto hubiera sido posible”, asegura, “sin el trabajo de todas las organizaciones fantásticas por todo el planeta que ven la necesidad de conservar su flora nativa y colaboran en el proyecto”.
De hecho, el MSB no tiene una sola sede, sino que en realidad es una red de bancos interconectados por todo el planeta. Los bancos de semillas de cada país que colaboran en el proyecto guardan una parte de su material y envían algunas muestras al MSB, donde se almacenan en salas frías a una temperatura de 20 grados bajo cero. “Las semillas que almacenamos en nuestra sede de Kew”, explica Breman, “son como una copia ‘back-up’ de seguridad, de tal forma que si algo ocurriera en el país de origen, siempre podríamos repatriar material”.
A la hora de seleccionar las semillas que se almacenan en el banco, se priorizan en primer lugar las que pertenecen a las especies más amenazadas. De hecho, el MSB alberga semillas de algunas especies que ya no se encuentran en la naturaleza. “Si una planta se extingue, se pierde para siempre, pero el banco nos ofrece la oportunidad de preservarlas no solo ahora, sino para las generaciones futuras”, resalta Breman.
Un aspecto fundamental del proyecto, tal y como ha resaltado el jurado, es la formación de personal especializado en el almacenaje de semillas. A lo largo de las dos décadas del proyecto, el Millennium Seed Bank Partnership ha formado a más de 2.000 personas en un centenar de países para que las semillas se guarden con los estándares más altos de eficacia y seguridad.
“La formación es crucial”, resalta Breman, “es uno de los aspectos que mantiene unida la alianza de colaboradores en los distintos países, y refleja el amplio conocimiento que Kew puede ofrecer a la comunidad internacional. Algunas instituciones que forman parte de la red cuentan con las instalaciones más avanzadas, pero otras carecen por completo de experiencia y recursos, así que nuestro objetivo es apoyar a aquellos que más lo necesitan para que puedan almacenar sus semillas con plenas garantías”.
Además, el MSB no solo está contribuyendo de manera muy significativa a la preservación de especies de plantas amenazadas, sino que es un laboratorio de investigación puntera sobre biodiversidad vegetal, con posibles aplicaciones de enorme interés en el contexto de la actual crisis climática. Tal y como explica Alexandre Antonelli, el director científico de Kew Gardens, en las semillas del banco se han descubierto, por ejemplo, variedades de la planta del café “más resistentes a la sequía y a las olas de calor, capaces de tolerar incluso hasta 6 grados más de temperatura”.
En definitiva, el proyecto de Millennium Seed Bank no solo está ayudando a conservar la biodiversidad vegetal a escala planetaria, sino que, en palabras de Bregman, “está proporcionando oportunidades para encontrar soluciones a desafíos globales como el cambio climático, a través del almacenaje y la investigación de este valioso material”.
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