BIOGRAFÍA
A lo largo de sus más de 25 años como periodista especializado en ecología y medio ambiente, Gustavo Catalán ha cubierto todos los temas que se han revelado cruciales a escala global: residuos radioactivos, crisis de biodiversidad, deforestación y cambio climático, entre otros. Su carrera empezó como fotógrafo en los últimos años del franquismo. En 1977 entra en el recién nacido periódico Diario 16, donde sus fotografías son un reflejo de la España en tránsito hacia la democracia. Recibe ya entonces distintos reconocimientos: el Premio a la Libertad de Expresión que concede la Unión de Periodistas, en 1978; el Premio Popular del diario Pueblo, en 1979; y el Premio IPCO de periodismo gráfico en 1980 y 1982.
En 1983 Catalán empezó a escribir. Su trabajo como redactor en Diario 16 demuestra que la información relacionada con la ecología, entonces relativamente nueva, es un área del periodismo con enorme trascendencia. En septiembre de 1983 se embarca en el Arosa I, un barco fletado por los ayuntamientos de La Coruña y Vigo para protestar por los vertidos de residuos radiactivos de las autoridades nucleares británicas en la Fosa Atlántica, una zona de intensa actividad pesquera a 600 kilómetros de la costa gallega. Sus crónicas desde el Arosa I contribuyeron a que el Reino Unido decidiera poner fin definitivamente a los vertidos.
En 1989 viajó a la Antártida en un buque de Greenpeace. Relató en esta ocasión cómo las bases científicas y militares en el Continente Blanco vertían sus residuos y los cubrían con nieve, vulnerando el Tratado Antártico que obligaba a devolverlos a los lugares de origen.
En ese mismo año, Gustavo Catalán es nombrado Corresponsal Ambiental del diario El Mundo, convirtiéndose en el primer periodista Español con un cargo así (a semejanza del environment correspondent británico). Sus informaciones desde ese puesto permiten repasar no sólo los hitos concretos de la historia medioambiental española durante las últimas dos décadas, sino apreciar los cambios en una sociedad que toma conciencia de su entorno y empieza a defenderlo.
“Sientes satisfacción cuando una información tiene impacto en la opinión pública y lleva a rectificar o a emprender una decisión política”, explica Catalán. Por ejemplo, cuando se declaró Parque Nacional a Cabrera, o cuando Red Eléctrica emprendió la tarea de señalización de los cables para que las aves no se estrellaran. O cuando se puso en marcha el proyecto de reproducción del lince. También cuando los desastres de Aználcollar y el Prestige pasaron a ser información de interés general.
Su libro ‘Desprestige’, publicado en 2003, se ha convertido en obra de referencia sobre el vertido en la costa cantábrica. Pero Catalán añade: “No son victorias mías, sino del conjunto de los periodistas ambientales que estuvimos detrás de estas informaciones junto a las personas que se atrevieron a hablar y contar la verdad incómoda”.
En 2002 Gustavo Catalán recibe el Premio Nacional de Medio Ambiente en la versión de Periodismo. En 2008 es galardonado con el Premio Panda de la organización conservacionista WWF, en su versión de periodismo ambiental.