CONTRIBUCIÓN
El quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) debe su nombre a lo especializado de su dieta: es la única carroñera que solo se alimenta de restos óseos, de ahí su estrecha vinculación con los grandes rebaños de ovino y caprino. Aunque no amenaza en modo alguno las actividades humanas, ha sido víctima colateral de prácticas como el uso de venenos contra el lobo y de un hábitat deteriorado. En el siglo XX desapareció de la mayoría de las áreas montañosas europeas, sobreviviendo casi únicamente en los Pirineos. Ante esa situación, explica el presidente de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos (FCQ), Gerardo Báguena, en 1995 un grupo de naturalistas “enormemente motivados y comprometidos nos unimos para tratar de evitar la extinción del quebrantahuesos en España”.
Desde entonces, el equipo de FCQ ha desarrollado técnicas que muy pocos especialistas conocen en todo el mundo. En arriesgadas operaciones de escalada en los Pirineos, cargados con incubadoras especiales, han rescatado medio centenar de huevos con pocas probabilidades de sobrevivir en los nidos; han criado los pollos con huesos desde que pesan solo unos gramos y les han hecho aprender las costumbres de su especie; finalmente los han reintroducido en el medio natural, logrando alejar el quebrantahuesos de la extinción.
“La población española de quebrantahuesos se ha incrementado en más del 200% en estos 25 años”, dice Báguena. Se ha pasado de 50 parejas en el año 1995, a 140 en 2019. En colaboración con centros de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), los expertos de FCQ han contribuido a mejorar el conocimiento sobre la biología de una especie que ocupa un nicho ecológico único, recurriendo para ello a tecnologías tan ingeniosas como sensores en forma de huevo que se colocan en los nidos tras el rescate de los huevos auténticos, que se criarán en cautividad. La madre incuba estos huevos espía, que recaban grandes cantidades de datos -temperatura, número de veces que el huevo se gira- para que los criadores humanos puedan replicar lo que ocurre en el nido.
Otra práctica que ha resultado exitosa ha sido la cría separada de huevos cuando la puesta ha sido doble. La hembra pone por lo general un único huevo, un proceso costoso en el que el ave “grita y se contorsiona”, explica Báguena, que los naturalistas de FCQ pueden contemplar a distancia con telescopios. Pero en ocasiones ponen dos huevos y los pollitos nacen sanos. Tiene lugar entonces un proceso de selección “muy duro”, explica Báguena, en el que uno de los pollos mata al otro ante la inacción de los padres.
“Observarlo es durísimo, pero en la naturaleza no podemos intervenir”, dice Báguena. En cambio, cuando los expertos de FCQ rescatan huevos de una puesta doble los pollos nacen y se crían por separado. El resultado es muy positivo. Una vez adultos, y liberados, los animales no muestran ninguna agresividad: “Vemos volar juntos a los hermanos sabiendo que si los hubiéramos dejado en el nido uno de ellos hubiera muerto, con toda seguridad”.
La culminación de todo el esfuerzo de FCQ fue el primer nacimiento de un quebrantahuesos en libertad en el Parque Nacional de los Picos de Europa después de la extinción de la población original, hace más de medio siglo. Es una hembra que nació el pasado 14 de marzo y a la que han llamado Bienvenida. “Queríamos celebrar una época nueva”, explica Báguena; “venimos de un tiempo de extinciones: el oso, el bucardo… ahora está cambiando, queremos que la recuperación vaya a más”.
Los 15 especialistas de la Fundación Conservación del Quebrantahuesos conocen por su nombre a “todos y cada uno” de los 26 ejemplares que integran la nueva población en Picos de Europa, y los reconocen incluso en vuelo. “Los observamos con telescopios e instrumentación óptica de precisión. Son espectaculares”, dice Báguena.