CONTRIBUCIÓN
“La dehesa es un paisaje construido por el hombre a lo largo de los siglos”, describe Carlos Sánchez, presidente de la Fundación Naturaleza y Hombre, que lleva desde 2003 desarrollando un proyecto que cubre unas 2,5 millones de hectáreas en las provincias de Salamanca, Cáceres y Zamora y en el centro de Portugal, y que alberga especies como el buitre negro –1.000 parejas, casi la mitad de la población en España–, la cigüeña negra o el lince ibérico, y multitud de hábitats: dehesa de Quercus, bosques de ribera, cortados rocosos y estanques temporales mediterráneos, entre otros.
La región incluye muchas zonas protegidas a nivel europeo y estatal, pero Sánchez defiende una visión de conjunto que no olvide que la convivencia entre las especies naturales y el hombre “es un continuo” espacial y temporal. Uno de los principales retos es el envejecimiento y la despoblación: “Desde el punto de vista humano, el Oeste Ibérico es un espacio con escasa presencia de núcleos de población urbanos”, explica. “La densidad de población del conjunto no llega a los 20 habitantes por km2, con crecimiento negativo”. El riesgo del abandono del territorio se relaciona con un aumento de los desequilibrios, con algunas zonas donde la explotación intensiva del ganado crea problemas de gestión, mientras que en otras la ausencia de habitantes, y de mantenimiento, aumenta el riesgo de incendios forestales, por ejemplo.
El trabajo de La Fundación Naturaleza y Hombre “se orienta a la concienciación de los propietarios (municipales y privados), gestores directos del territorio, transmitiéndoles los valores de la dehesa ibérica y de la importancia de poner en práctica un modelo de desarrollo rural respetuoso con el territorio”. Uno de sus logros es la colaboración con los propietarios, realizando acciones en sus fincas (integrantes de un Club de Propietarios del Oeste Ibérico), minimizando los problemas ambientales asociados a las actividades agrícolas, ganaderas y cinegéticas: creación y restauración de charcas, rejuvenecimiento de la dehesa, mejora de bosques riparios, reducción de los efectos de la Seca, recuperación de hábitats de cigüeña negra, aportes de carroña en muladares para el buitre negro, mejora de recursos tráficos para el lince y la aprobación de nuevas Reservas de la Biosfera.
“El resultado de este intenso trabajo ha sido la puesta en marcha de un modelo que frena el abandono rural, poniendo en valor los recursos naturales de la dehesa, promocionando el uso de ganado asilvestrado, el turismo de la naturaleza y la lucha contra los incendios y el cambio climático”, señala Sánchez.