CONTRIBUCIÓN
En México habita la cuarta biota más rica del mundo, lo que coloca al país en el grupo de los megadiversos: un conjunto de 17 países que conjuntamente albergan cerca de 70 por ciento de las especies conocidas. En los listados internacionales de biodiversidad, México ocupa el octavo lugar en aves; el quinto en flora vascular y anfibios; el tercero en mamíferos; y el primero en reptiles.
Sin embargo, México es también uno de los países donde más grave resulta para la biodiversidad la destrucción de ecosistemas, en especial en las últimas décadas. A mediados de los noventa la cobertura original total del país se había reducido en casi la mitad, y a principios del nuevo siglo la superficie arbolada del país no llegaba al 40 por ciento de la original. La vegetación asociada a las selvas tropicales es la que ha sufrido un mayor impacto. Mucha de la vegetación remanente está fragmentada. También los humedales y ambientes acuáticos se han visto muy afectados, con largos tramos de cursos fluviales secos y los niveles freáticos en descenso.
De ahí el valor del trabajo desarrollado en los últimos años por la Dirección General de Desarrollo lnstitucional y Promoción (DGDIP) de la Comisión Nacional de áreas Naturales Protegidas (CONANP) de México. El equipo integrado por 25 profesionales, bajo la dirección de Flavio Cházaro, ha logrado colocar a México en la vanguardia mundial en conservación, creando nuevas áreas protegidas en prácticamente todos los ecosistemas del país. México cuenta hoy con 171 áreas protegidas, lo que en la práctica implica que casi el 13 por ciento de su superficie tiene algún estatus de gestión. Además, este país ocupa el segundo lugar en cuanto a número de sitios inscritos en la Convención Ramsar sobre humedales, y el séptimo lugar en el Patrimonio Mundial Natural, que recoge las áreas con más biodiversidad del planeta.
Además, la DGDIP ha fomentado la colaboración con multitud de entidades públicas y privadas, nacionales e internacionales, lo que ha estimulado la participación del país en los principales foros mundiales de conservación.
“La consolidación del Sistema Nacional de áreas Naturales Protegidas, especialmente del 2000 a la fecha, ha permitido que la sociedad conozca y valore estas regiones”, explica Cházaro. “La misma gestión de las áreas Naturales Protegidas ha provocado que las comunidades se involucren y exijan la protección de las áreas. Ahora hay mayor cantidad de información disponible, y una mejor conciencia ambiental y de valoración de las ANP”.
En la labor de la DGDIP ha sido fundamental impulsar un principio de convivencia con la sociedad, especialmente con las comunidades asentadas en las ANP, que se encuentran entre las más marginadas del país. También ha sido esencial convertir la protección del medio ambiente en una fuente de riqueza, en vez de percibirse como una amenaza para el crecimiento económico.