CONTRIBUCIÓN
La Asociación Herpetológica Española (AHE) nació en 1984, coincidiendo con el estallido del interés general que se habíainiciado enespaña en la década de los años 70 hacia la naturaleza y sus recursos, y cuando también comenzó a aparecercierta consideración hacia las tareas de conservación. A la asamblea fundacional acudieron apenas 32 herpetólogos dedistintas partes del país, que pensaron que los anfibios y los reptiles se merecían un tratamiento profesional y riguroso,como se hacía en otros campos de la zoología. Aunque el desarrollo de la herpetología fue mucho más tardío que en el restodeeuropa, el interés por su estudio no ha cesado y en la actualidad ya son más de 500 los socios que conforman la AHE.
La asociación promueve y coordina el estudio de la herpetofauna –anfibios y reptiles–, así como su conservación y la de su entorno. Eva Graciá, su presidenta, señala que «los anfibios son el grupo de vertebra-dos más amenazado del planeta». Por ello, desde hace más de una década, la AHE desarrolla una serie de contribuciones preventivas con proyectos destinados a obtener información rigurosa para la detección temprana de los problemas de conservación de esta fauna.
«Son especies muy sensibles a la degradación, la pérdida de hábitat, la contaminación, el cambio climático o las especies invasoras, por lo que su declive nos sirve de voz de alarma. En el caso de los reptiles, hay que añadir también la amenaza del tráfico de especies, como ocurre especialmente con las tortugas», explica. Si a nivel internacional la situación es preocupante, en España la gravedad del problema no es menor. «Es llamativo que hasta una especie común como la rana verde está en declive –añade Graciá–. Son especies que nos están alertando al actuar como indicadoras de una degradación ambiental importante».
Juan Manuel Pleguezuelos, que fue presidente de la asociación entre 2010 y 2016, recuerda que «la labor de monitorización de estas especies es más compleja que la centrada, por ejemplo, en las aves, que son fáciles de seguir. Nosotros trabajamos con especies en las que hay ejemplares pequeños, nocturnos y que apenas se dejan ver, y algunos de ellos son maestros del camuflaje». En este aspecto, los socios ejercen como centinelas, que al realizar el seguimiento continuado de las poblaciones de reptiles y anfibios aportan información que sirve para detectar tendencias y alertar sobre situaciones de amenaza. «Ahora mismo son una herramienta muy interesante que, si está bien organizada y bien diseñada, permite recoger información de calidad –continúa Graciá–. Al tiempo que esto sucede, esa misma ciudadanía se va sensibilizando sobre la problemática ambiental».
El presidente del jurado, Rafael Zardoya, director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, considera que el trabajo de la asociación ha aportado una estrategia de conservación especialmente valiosa: «A veces, al pensar en actuaciones de conservación de la biodiversidad las limitamos a aquellas encaminadas a proteger a una especie o hábitat cuando ya está en peligro crítico, pero lo que aporta la AHE es un enfoque de actuación preventivo. El seguimiento continuado de las poblaciones es crucial para la conservación, porque permite detectar el riesgo antes de llegar al colapso, y tomar medidas».
En 2015, iniciaron uno de sus proyectos más destacados, SOS Anfibios, enmarcado dentro del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama y centrado en la lucha contra las enfermedades emergentes de los anfibios. El programa nace de la constatación de que esta amenaza se ha convertido en uno de los principales problemas de estos vertebrados. «En 1997 –cuenta Jaime Bosch, coordinador del programa–, nos dimos cuenta de que algo estaba ocurriendo en Guadarrama cuando vimos los primeros ejemplares muertos. Nos preguntamos si realmente el patógeno que les afectaba solo estaba presente en Guadarrama, y salimos a buscarlo fuera. Entonces descubrimos que podía encontrarse prácticamente en toda España y en toda Europa».
La globalización y el cambio climático están detrás del problema. «La primera facilita la llegada de nuevos patógenos desde zonas alejadas, y el segundo altera el equilibrio alcanzado entre los hospedadores y patógenos nativos, llegando a ser capaces de acabar con el 99% de los ejemplares de las poblaciones de anfibios afectadas», explica Bosch. El objetivo de SOS Anfibios es doble. Por un lado, conocer más en profundidad la distribución y la incidencia en España de los tres principales patógenos emergentes de anfibios. Por otro, ayudar en el control de estos agentes infecciosos, proporcionando herramientas de diagnóstico y de remediación (de forma gratuita) a administraciones, ONG, tiendas de mascotas y cualquier otro actor implicado en la conservación de los anfibios. En concreto se vigilan tres patógenos: los hongos Batrachochytrium dendrobatidis (Bd) y Batrachochytrium salamandrivorans (Bsal), y el Ranavirus. «Son los que están causando problemas a nivel global, ya que resultan muy virulentos y son capaces de extinguir poblaciones y especies enteras. Calculamos que hasta 200 especies podrían haberse extinguido en las últimas décadas por estos patógenos. Los dos hongos citados son originarios de Asia y el ser humano los ha dispersado ya prácticamente por todo el mundo. El tercer patógeno es un virus presente en casi todo el planeta, pero con diferentes variantes», concreta Bosch.
A este proyecto de conservación puede contribuir cualquier persona recogiendo muestras de animales infectados en el campo o en el comercio de mascotas. «Nosotros facilitamos el material de muestreo, nos envían la muestra y lo analizamos en laboratorio mediante una PCR cuantitativa, muy similar a la prueba para detectar el COVID», explica Eva Graciá. «Actualmente tenemos colaboradores en casi toda España y hemos recibido más de 6.500 muestras, la propia AHE ha añadido otras 1.400, y aproximadamente el 25% de las muestras que se reciben tienen alguno de los tres patógenos», cuenta Graciá. Este trabajo ha culminado en la creación de una web, sosanfibios.org, donde se comparte la información. Gracias a los datos obtenidos hasta ahora, se ha podido añadir el patógeno B. salamandrivorans a la lista de especies invasoras.
Este proyecto se complementa además con otros dos programas. En primer lugar, el Seguimiento de Anfibios y Reptiles de España (SARE) se inició en 2008 con el impulso del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, y está diseñado para que cualquier aficionado a la herpetología pueda aportar datos de presencia y abundancia de especies de anfibios y reptiles en una zona concreta a lo largo del tiempo, sin interferir de forma significativa en su comportamiento. Hasta ahora, se han obtenido datos de 25 especies.
En segundo lugar, el Servidor de Información de Anfibios y Reptiles de España (SIARE) es el portal de difusión de la información recogida por los diferentes programas de seguimiento de la AHE, que ya cuenta con más de 50.000 registros, todos validados por expertos; y el AHEnuario, una base de datos paralela de libre acceso que permite a todos los usuarios recoger y gestionar las observaciones particulares de anfibios y reptiles de España, con casi 36.000 registros.
Toda esta información ha permitido detectar cambios en las distribuciones y patrones de actividad de las especies, y estudiar su relación con factores ambientales para ayudar a priorizar y diseñar acciones de conservación. «Por ejemplo –detalla la presidenta–, se elevó con éxito una propuesta al Ministerio de Transición Ecológica para incluir el galápago europeo (Emys orbicularis) en el catálogo de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en la categoría de “Vulnerable”».
En diferentes ámbitos, también colaboran con instituciones y organismos internacionales y nacionales. «A nivel europeo, formamos parte de la Sociedad Herpetológica Europea y colaboramos con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) por ser parte del comité en España. A nivel de ministerio y de comunidades autónomas, hemos prestado asesoramiento científico y desarrollado proyectos de seguimiento en todo el territorio nacional. Hemos colaborado con universidades, por ejemplo, coordinando grupos de voluntariado y desarrollando congresos de herpetología. También hemos asesorado a empresas en estudios de evaluación de impacto ambiental o en el planteamiento de restauraciones ambientales», recuerda Graciá.
La presidenta también destaca las mejoras tecnológicas que está implementando la asociación: «Queremos crear una aplicación para registrar los datos desde el móvil y facilitar mucho su recopilación. Estamos invirtiendo muchos esfuerzos para ser más eficientes», concluye.
Imagen: ©Íñigo Martínez Solano
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